sábado, 2 de febrero de 2013

Un Joven Soñador


                Ojos color miel y pelo negro azabache, era en lo primero que alguien se fijaba al conocer a aquel joven de quince años; su nombre era Martín Camacho y su único sueño desde muy pequeñito había sido jugar al fútbol de manera profesional.

                Empezó en el barrio con los niños de su edad, como una actividad extra escolar por las tardes y con el equipo del barrio, con el que ya iba a competiciones; Esto iba en serio, la familia empezó a viajar a los partidos que se jugaban fuera de casa, y poco a poco fue pasando de un equipo a otro hasta jugar a nivel provincial con los juveniles del Barahona F.C.

                Cuando ya tenía los quince años, al volver del instituto vio un sobre bastante extraño encima de la encimera de la cocina, era para él, lo abrió y en el membrete de la carta encontró el escudo de un gran equipo, el Real Transmur, nervioso y con las manos temblonas consiguió leer su contenido; una prueba, le ofrecían una prueba para conseguir una beca y trasladarse a la escuela del club, algún día jugaría en el primer equipo.

                Pasó todo el día pensando en lo que iba a hacer, en que tendría que demostrar, nervioso, no daba pie con bola, no pudo estudiar, ni cenar, se duchó y a la cama porque a la mañana siguiente tenía que coger un tren e ir a la prueba.

                Madrugó y antes de darse cuenta ya estaba recogiendo su dorsal para empezar con el calentamiento. Un partidillo, unos cuantos penaltis, un pequeño test, una entrevista grupal y una personal; De vuelta a casa a esperar el resultado.

                Tuvo que esperar tres meses a la contestación, pero lo había logrado, su sueño empezaba a cumplirse y no pensaba dejarlo escapar. Al principio fue muy duro, lejos de su familia, sus amigos y su ciudad, no podía volver tanto como quería, pero todo sacrificio se soportaba por el simple hecho de conseguir lo que soñaba.

                Contaba ya con diecisiete años cuando lo hicieron debutar con el primer equipo, jugó únicamente los últimos veinte minutos pero fue maravilloso, parecía que estaba tocado por una varita, marcó dos goles, aunque uno lo anularon por fuera de juego, y dio el pase para otro gol, como es normal el partido se ganó, y desde ese día fue convocado con el equipo para todos los partidos.

                Pensaba que había alcanzado su meta, que ya nada podría hacerlo más feliz y como el que no quiere la cosa una mañana, justo el día en que se cumplían cuatro años de haber recibido aquella carta, mientras desayunaba escuchó su nombre por televisión, qué estaba pasando, cuál era el significado de aquello, no podía creerlo, había sido seleccionado, se pondría la camiseta que representaba a su país, sólo era un partido amistoso pero podría demostrar su valía en el territorio nacional; esto era mucho más que un sueño, ya no podía pedir nada más y con una enorme sonrisa en su rostro, echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, para asimilarlo con tranquilidad.

                -Martín, Martín despierta, tienes que prepararte, hay que coger un tren, ¿Recuerdas?  -Todo había sido un sueño, un maravilloso sueño, pero estaba a punto de comenzar de verdad, y quién podría evitar que se hiciera realidad, ahora estaba todo en sus manos o en este caso, en sus pies.

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