domingo, 30 de diciembre de 2012

Ojala Pasara


                Era la mañana del día 31 de Diciembre, y se planteaba una noche bastante tranquila, “me quedaré en casa” pensó él mientras se tomaba una taza del mejor café que había probado nunca, supuso el motivo, “es el último café del año”; sonó el timbre y cuando abrió la puerta vio al cartero con una carta certificada. Aquello le pareció un poco extraño no era fecha de recibir ningún tipo de carta, en fin… firmó y se dispuso a abrirla, cogió su café, su carta y se fue al dormitorio. Una vez allí, rasgó el sobre con sumo cuidado y encontró una nota “No estarás solo esta noche, te espero, sólo usa el billete y busca una limusina blanca el chofer te estará esperando para llevarte al lugar de la cita, sabe a quién debe recoger, confía en mi”, “si claro, confío en ti, pero… ¿Quién eres?”.

No sabía qué hacer, pero la curiosidad era más fuerte que el miedo y no quería despedir el año solo, miro el pasaje, un billete de avión hacia Austria, a Viena concretamente “Pues de acuerdo, hagamos las maletas” durante las horas que transcurrieron hasta las seis de la tarde, hora en la que salía el vuelo, estuvo barajando todas las posibilidades de quien podía ser la persona que le envió aquella nota. Su ex-pareja, la chica de la cafetería, una amiga de la infancia, alguna enamorada desconocida, pero no terminaba de apostar por ninguna de ellas.

Llego la hora de partir y subió al avión, sólo llevaba una pequeña maleta como equipaje de mano, aunque en ella había metido ropa y calzado cómodos, algo para dormir y un elegante traje de chaqueta gris con una camisa azul cielo que combinaba con sus maravillosos ojos claros; “Bien vamos allá” después del despegue cogió su libro, y se evadió dentro de él para dejar de especular un rato.

“Los cinturones ya, que rápido se ha pasado el tiempo, ya queda menos, por fin sabré quien es la persona en la que estoy confiando” al salir del aeropuerto encontró en seguida la limusina blanca; el chofer como bien ponía la carta lo llamó por su nombre, entró al coche y se dejó llevar; Viena era un lugar precioso, además adornado con luces por las fechas que eran; la limusina paró de pronto y se abrió la puerta, el chofer le dio un sobre cerrado y le dijo que lo entregara en la recepción. Palais Coburg Hotel Residenz ese era el hotel donde lo habían llevado, un lujoso cinco estrellas; cuanto más cerca de su objetivo, más nervioso se ponía, pero ahora no era el momento de dar marcha atrás.

El amable recepcionista comunico a uno de los botones donde tenía que llevarlo “suite 09, quien sea me conoce bien, sabe que es mi número favorito”. El chico abrió la puerta y le dio una rosa roja, en aquella maravillosa habitación había una enorme mesa con dos copas de cava recién servidas y otro sobre, él cada vez alucinaba más, “coge las copas y pasa al dormitorio” lo hizo y por fin la vio; era ella, su gran amor, su niña de ojos azules; se miraron y ella le dio un tierno beso en los labios “Brinda conmigo, Feliz Año Nuevo”